A pesar de la mala fama que les precede por su alta toxicidad (en vasco se las llama Eriotz-orri: Hija de la muerte), las adelfas son los arbustos que más pueblan nuestros paseos, jardines, márgenes de ríos, calles y autopistas.
Su intensísima floración hace de ella la planta mediterránea por excelencia. En muchos lugares se podan dándoles forma de árbol, ya que su altura llega a alcanzar los 5 ó 6 metros.
Asociada a los sitios húmedos, su nombre procede del griego neros: húmedo. Y éste a su vez, de Nereus, padre de las Nereidas, ninfas del mar.
Su antigüedad se remite al oligoceno ó mioceno, según las pruebas fósiles halladas.
En el jardín, pintando directamene las flores de uno de estos arbustos.