Como cada año, en pleno invierno y fiel a su cita, la Naturaleza nos ofrece el espectáculo de los frutales en flor.
¿Quién puede resistirse a la tentación de apoderarse de ese momento mágico de luz exaltada, que emanan los árboles en una explosión de vida renovada y querer retenerlo gráficamente para que no se borre de nuestra vista?
¿Quién no busca un momento, unos minutos, dejando de lado la agitación cotidiana, para sacar un apunte, una foto, un poema de tan generosa representación?