Descubrir Peñíscola hasta en sus más recónditos espacios, es una actividad que requiere olvidar un poco la visión lejana del peñón, enormemente sugestiva pero repetidamente representada, y mirar hacia su interior con ojos nuevos, recreándose en cada portal, cada balcón, cada escalera, cada terraza...
Desde cada ángulo se vislumbra una línea del cielo diferente y desde una u otra callejuela la luz tiene diferente esplendor .
Cada una tiene su personalidad, sus flores, sus portones antiguos y variados. Hay un gran repertorio de colores destacando contra el blanco de las casas. Cambia también la perspectiva: ahora miras un bar desde arriba, una escalinata desde abajo y siempre el omnipresente mar asomando entre los muros.
¡Nunca acaba uno de maravillarse!
No hay comentarios:
Publicar un comentario