El acuerdo alcanzado en Ginebra sobre la paralización del programa nuclear de Irán, suaviza las sanciones y proyectan la oportunidad de un nuevo cambio en Oriente Próximo.
Cada vez que un acuerdo de este tipo aleja la inquietud sobre posibles conflictos bélicos la comunidad internacional respira un poco más tranquila, aunque el miedo sigue persistiendo en algunas zonas como Israel y los países del Golfo Pérsico, encabezados por Arabia Saudí.
Los acuerdos, que en principio deberán demostrar en seis meses que Irán no superará sus reservas de uranio enriquecido al 20 por ciento, conlleva una modificación en las sanciones a ese país por parte de Occidente:
De no cumplirse lo acordado, la comunidad, internacional declinará su estrategia de buenas intenciones. Por el contrario si el tratado prospera, este habrá sido un primer paso para futuras negociaciones bilaterales y ahuyentará el fantasma de la confrontación nuclear.
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