

Aunque este año la sequía ha dejado los campos bastante empobrecidos, hay una flor que no nos abandona ninguna primavera: la AMAPOLA.
Sus semillas, una vez afincadas, son muy difíciles de erradicar. A cambio nos ofrecen cada temporada, una explosión de color , inspiración de fotógrafos, pintores y poetas, que intentan hacer inolvidable esa imágen.
El catalán "paparola", seguramente procede de su nombre botánico (Papaver rhoeas), que es la especie (aunque hay otras muchas) , que prolifera por estos entornos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario