jueves, 12 de febrero de 2015

BIELORRUSIA, UN PAIS INDEPENDIENTE

 
Laura Climent. "Catedral del Espíritu Santo , en Minsk"  (Acuarela).

Minsk, capital de Bielorrusia, está de rabiosa actualidad por ser el lugar elegido para celebrar las conversaciones sobre el futuro de Ucrania.

Aunque turísticamente no es uno de los destinos más usuales, Minsk es de las ciudades más antiguas de Europa. Sus continuos vaivenes en la historia, pasando de las manos de un país a otro ha dejado pocas huellas de su pasado, siendo la más dolorosa  la casi total destrucción que sufrió a manos de los alemanes durante la segunda guerra mundial.
La catedral del Espíritu Santo, del siglo XVII, a orillas del río Svisloch, es de los pocos edificios realmente antiguos que se conservan, aunque de Catedral tiene poco. Más bien es un museo con iconos y otras piezas antiguas y lugar de exposiciones.
Tras la guerra y en el reparto de territorios entró a formar parte de Rusia, que se encargó de su reconstrucción. De ahí el aspecto de los numerosos edificios stalinistas que configuran la ciudad.
Tras su independencia, al igual  algunas repúblicas soviéticas, Bielorrusia prosperó con la exportación de productos propios manufacturados.
Hoy sufre el declive como otros tantos países de Europa, pero sabe por el momento, mantenerse firme en esa encrucijada de caminos que forman el centro de la Unión Europea.

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