La zarpa del terrorismo hirió ayer de nuevo el corazón de Rusia.
Este pais, por el que siento una especial devoción, ha pagado con el sufrimiento de muchos de sus ciudadanos la intransigencia, el fanatismo y el desprecio por la vida por parte de aquellos que no tendrán nunca un lugar en nuestros corazones.
En nuestra existencia no caben ni la violencia, ni el terror.
Estamos junto a los que sufren el azote de esta plaga y del lado de quienes desean erradicarla.