Cerca de casa hay una cueva que aloja un horno ibérico.
Hace tiempo que no lo veía y creía que había quedado encerrado en alguna de las parcelas construídas, perdiéndose su acceso, cosa que me disgustaba bastante.
Para sorpresa mía el Ayuntamiento repartió días atrás una hoja informativa en la que se anunciaba la limpieza de un trozo de bosque, creando así un parque natural por el que se podía acceder a rincones de gran belleza natural. Entre ellos se hallan remansos de riera, cuevas de animales, ya que por estos entornos campea el jabalí, conejos, ardillas y zorros. ¡Y el horno ibérico!. Rodeado por una cerca que solo pueden abrir los humanos.
Así que visitarlo y tomar algún apunte, se convirtió para mi en un deber, un agradable deber.
Quise entrar con el perro, pero el animal al ver aquel agujero oscuro se quedó atornillado al suelo y no hubo forma de que se atreviera ni tan solo a mirarlo.
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