Joaquín Sorolla (1863-1923) es uno de los máximos exponentes de la luz mediterránea, que desde su Valencia natal, le llevó durante toda la vida a reflejar en sus cuadros esa luminosidad incomparable que le hace estar muy por encima de muchos de los impresionistas de su época.
En 1889 se estableció en Madrid, donde se hizo construir la casa-estudio que hoy día es el Museo que lleva su nombre y donde se expone gran parte de su obra.
La visita al mismo es un delicioso paseo entre los recuerdos de los que se rodeó el artista, desde sus propios trabajos, colecciones de cerámica, fotografías dedicadas de los Reyes, hasta un recorrido por el jardín que, al igual que la casa, diseñó él mismo. Nada que ver con los agotadores museos de interminables salas.
Evidentemente, las pinturas que son el principal motivo de la visita, constituyen una vastísima colección de la que cualquier persona, entendido o no, saldrá gratamente impresionado.Retrato de Raquel Meller
Todos estas son fotografías de cuadros que pudimos hacer en su momento sin ninguna dificultad y es de agradecer al personal del Museo, su amabilidad y orientación para que pudieramos tomar las instantáneas sin ningún perjuicio para la obra.
Retrato de su hijo Joaquín.
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