Nada mejor que un buen desayuno para afrontar la ardua tarea de pintar un cuadro.
Enfrentarse a un soporte totalmente blanco y acabar plasmando un delicioso paisaje, requiere una actitud mental que solo se obtiene cuando el ánimo de una persona ha llegado a un estado óptimo de equilibrio y bienestar.
Así, este grupo de acuarelistas renueva una semana tras otra su voluntad de reunirse para celebrar un ritual que ya forma parte de su vida artística.
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